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La película de la semana: Todos queremos algo

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Richard Linklater (Boyhood), que ha cogido gusto a las secuelas, regresa con la continuación espiritual de su debut, Movida del 76 (1993).

Al igual que hiciera George Lucas en American Graffiti años atrás, en aquella comedia de adolescentes Linklater retrataba el último día de clase de unos estudiantes de un instituto, en 1976, una fiesta a base de cerveza, marihuana y novatadas. El de Texas vuelve a la gran pantalla con la que él mismo ha definido como “secuela espiritual” de aquella cinta, titulada Dazed and Confused, convertida ahora en una comedia ambientada en los años 80 sobre un grupo de jóvenes jugadores de béisbol en los días previos a que arranque su etapa universitaria.

Las historias sobre el paso de la niñez ala juventud, hasta entonces, se habían abordado desde Hollywood como un auténtico drama: en los 50 y 60 con películas como Rebeldes sin causa o West Side Story, y después con The Last Picture Show (1971) de Peter Bogdanovich, cinta que fue nominada nada menos que a ocho estatuillas en la edición de los Oscars de aquel año.

El subgénero de comedia de adolescentes comenzó, sobre todo, con aquel clásico citado de George Lucas de 1973 y, más tarde, con El relevo (1979) de Peter Yates, pero sobre todo tuvo su apogeo en los años 80´s con The Last American Virgin (1982), Mischief (1985), The Breakfast Club (1985) o Stand by Me (1986).

Para Variety “Linklater se entrega a las payasadas de sus personajes con tal afecto que puedes perderte en la resaca reflexiva de esta deliciosa película. Pocos cineastas han reflejado tan plenamente el instante de la agridulce alegría de la vida: ése que es tanto más glorioso porque se desvanece muy pronto”. Visto desde esa óptica, The Telegraph remarca que “los personajes a menudo se revelan como como adultos inmaduros, pero (la película) es lo suficientemente humana para reconocer que todo forma parte del hecho de tener 18 años “. Wall Street Journal destaca que “hacia el final de esta película deshilachada y entrañable, una estudiante de primer año le dice a su novio, “Es tan hermoso que podamos sentir la pasión del mundo…en nada”. Ella y él, y todo el mundo alrededor, están rebosantes de pasión para quemar, y nosotros nos sentimos bien con ellos”. Time observa que “Todos queremos algo es una instantánea aparentemente sencilla que, al mismo tiempo, es sorprendentemente sigilosa en mostrar la alegría y la exaltación de ser un casi-adulto que todavía se siente joven, de apostar y echarlo todo a perder, de la espera y la esperanza en la oportunidad de conocer a un chico o una chica que realmente te gusta…”. Al contrario que las habituales comedias de adolescentes de los 80´s, para The New York Times en Todos queremos algo “hay algo más que nostalgia. Es francamente utópica, una pastoral hormonal dotada del encanto inocente de un libro para niños. Hay un montón de películas sobre jóvenes confundidos y salidos, pero es raro encontrar una que parezca realmente saludable”.

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