Es cierto que en Pony Bravo el humor y la crítica han ido de la mano desde sus comienzos. En ese sentido sólo hay que echar un ojo a los diseños gráficos de uno de sus componentes, Daniel Alonso, o volver a disfrutar de temas como La rave de Dios o China da miedo. Sin embargo, en De palmas y cacería (El Rancho, 2013) el lanzamiento de dardos envenenados termina convirtiéndose en lluvia pesada, cansina por momentos.
Y es que hay reparto de hostias para políticos (Cheney, El político neoliberal), parques de atracciones (Ibitza, Eurovegas), listillos de la escena musical (Mi DNI) o la Casa Real -véase la portada y el título del álbum-. Incluso se lleva un repaso la ciudad que les vio nacer (Turista ven a Sevilla), en una de las mejores canciones de un disco que, vaya por delante, se puede llegar a disfrutar plenamente si se tiene la predisposición adecuada. A veces las quejas y ataques funcionan pese a su previsibilidad (El político neoliberal), pero de la misma manera encontramos momentos donde se nota cierto bloqueo a la hora de desarrollar unas ideas ya manejadas en trabajos anteriores (Eurovegas). Sorprenden por su sonido Zambra de Guantámano y la bailonga Ibitza, mientras que Guajira de Hawaii se rebela como un oasis necesario dentro del disco: ese “me gusta por la mañana, después del café bebío, pasearme por la playa con el cigarro encendío” termina siendo memorable entre tanta bomba y metralleta.
De palmas y cacería es otro pasito más en la carrera de Pony Bravo, lo que implica aceptar riesgos y tratar de esbozar nuevos caminos mientras nosotros los observamos, juzgamos, apaleamos y adoramos. Todo ello a ser posible en ciento cuarenta caracteres. El caso es que siguen siendo únicos a la hora de mezclar géneros, ritmos e influencias, algo que trasladado al directo alcanza su verdadera magnitud. Os parecéis a los Doors y un poco a Triana, sí, pero también a Lole y Manuel, Can o No me pises que llevo chanclas. Genial.
