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The Cure – The Cure

Si alguien piensa que estamos ante lo mejor de los Cure desde aquel Disintegration, está en lo cierto, pero ni mucho menos estamos ante lo mejor que nos pueden ofrecer. De hecho su trayectoria desde aquel mítico álbum de 1989 no ha hecho más que descender y descender.

Lost abre este The Cure en donde Robert Smith nos repite hasta la saciedad ese “I can’t find myself”. El título del disco y el contenido así lo reflejan, ¿quieren volver a sus orígenes? ¿Por qué ahora? La respuesta es bastante sencilla: Robert Smith anda muy perdido musicalmente hablando y así lo ha traducido en el conjunto del álbum. Cuando comencé a escuchar este disco en los primeros acordes de Lost me planteé la posibilidad de estar ante una maravilla de obra, aunque la portada, el título del álbum y el productor Ross Robinson (Sepultura, Limp Bizkit o Korn) me hacían estar alerta ante la posibilidad de una trampa. Y así ha sido, trampa en toda regla, por su intención desmesurada de evocar los mejores momentos del grupo, cuando éstos nunca podrán mejorarse.

Pero The Cure siguen siendo una banda muy grande, siguen regocijándonos con auténticas maravillas como I don’t know what’s going on. Una obra maestra del Smith, lo mejor en muchos años de este señor que vive felizmente casado y probablemente con la crisis de los cuarenta encima, como se demuestra en Labyrinth, un tema dedicado a su actual esposa que más que un regalo parece un intento de echarle en cara su miserable vida. Labyrinth además es una canción que está fuera de la línea que se pretende marcar en el álbum, y eso también empeora el conjunto.

Y el disco tiene momentos muy buenos, como Us and them que desgraciadamente nos recuerda al escucharla a aquella Fascination Street, cómo no, del Disintegration; Anniversary que nos devuelve los momentos más obscuros y siniestros de la banda; Alt.End que nos vuelve a traer reminiscencias ochenteras; y Before three que nos muestra esa faceta del grupo que consiste en realizar canciones que son copias de anteriores temas. Y sí, como en todo disco de los Cure que se precie, tenemos las típicas cancioncillas-reclamo para la VH1, que unas veces son más acertadas y otras no tanto. Taking off podría ser un buen ejemplo de las primeras y The end of the world de las segundas.

Da la impresión que The Cure tiene poco que ofrecer ya, quizá lo mejor que puedan dar a todo aquel que quiera seguirles son sus maravillosos conciertos. Siempre la reminiscencia será un gran reclamo, terminará ganando la partida a la decandencia y tapará todas las miserias del presente.

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