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[Reseña] Wednesday – Rat Saw God

Rat Saw God es el tercer álbum de estudio del quinteto de Asheville Wednesday, un disco autobiográfico cuyo título alude a la novela de Rob Thomas de 1996 y un episodio de la serie de misterio Veronica Mars. En las diez pistas del álbum, Karly Hartzman, la compositora/vocalista/guitarrista al mando del proyecto, el guitarrista MJ Lenderman, el bajista Margo Shultz, el baterista Alan Miller y el músico de lap/pedal steel Xandy Chelmis construyen una colección de piezas que parecen congeladas de la era dorada del shoegaze y grunge de los noventa. Las canciones de Rat Saw God no relatan  hazañas, sino historias de lo cotidiano,  sobre todo el retrato de la ansiedad adolescente, en línea con el propio espíritu de Hartzman: “La historia de todos vale la pena”, dice claramente. “Literalmente, vale la pena escribir cada historia de vida, porque las personas son fascinantes”.

Wednesday retratan letras ingeniosas sobre la vida en el Sur bajo guitarras salvajes, pero también sin olvidar sus querencias country rock –Chosen to deserve– con influencias probables de Steve Earle o el mismísimo Boss. Si con ocho minutos y medio, Bull Believer es la declaración más directa del grupo- también la más catártica-  la brevedad de otras canciones -como la potente apertura de Hot Rotten Grass Smell o Got Shocked– no desmerece su alto voltaje. Con todo, alguna de sus mejores bazas están en la segunda mitad del disco, como la más cercana al power pop Quarry (“Ella dice “Estados Unidos es un niño mimado que ignora el dolor” pero luego reparte barras de chocolate de gran tamaño en Halloween”), Turkey Vultures con sus agitados e inesperados cambios rítmicos, donde critica también las tiendas de sexo que irónicamente bordean las carreteras junto a las vallas publicitarias de Jesús, o el cierre perfecto con el single TV in the Gas Pump. En Rat Saw Gold, como en las mejores historias, las reflexiones de Karly Hartzman y el resto de la banda sobre la juventud retratan, honestamente y sin filtros, los mejores y los peores momentos de cada vivencia, los que moldean, en definitiva, las personas en las que nos acabamos convirtiendo.

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