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La película de la semana: Timbuktu

Timbuktu

La primera cinta procedente de Mauritania nominada al Oscar a mejor película extranjera se estrena esta semana en nuestro país.Tendríamos que trasladarnos a 1976 para encontrar la primera película de África subsahariana que ganó un Oscar, como fue Black and White in Color, que fue el debut como director de Jean-Jacques Annaud, aunque competía a mejor película extranjera desde Costa de Marfil. En 2004 Tsoti, coproducción Inglesa/Sudafricana, ganó el mismo premio en representación de Sudáfrica.

La historia que narra está basada en hechos reales.“El elemento detonante fue la lapidación de una pareja en una aldea de Mali”– señala su director-“No solo porque sucedió, sino porque nadie habló de ello”. En Mali no estar casados constituía un grave delito contra la ley de Mahoma.

Con 16 millones de habitantes y una media de siete hijos por mujer, el tercer mayor productor de oro de África y también entre los 25 países más pobres del mundo- pidió en enero del 2013 auxilio internacional ante el temor de que los grupos yihadistas que habían desplazado la rebelión tuareg del norte se apoderaran de la capital, Bamako.

La intención del director era filmar un documental, pero como él mismo señaló el año pasado en Cannes:“Tombuctú seguía bajo ocupación, de modo que no era posible filmar en Mali por razones de seguridad. Tras la intervención de Francia, sentimos la necesidad absoluta de contar esta historia. Nos tardamos mucho en dar con el lugar para el rodaje, Mauritania.”

Fue una de las películas más aclamadas por la crítica en el Festival de Cannes, aunque su estreno ha llegado en tiempos difíciles. El festival belga Ramdam, que iba a proyectar la película, fue suspendido por el riesgo “particularmente elevado” de atentado terrorista.

Para The Hollywood Reporter uno de sus méritos es que “sus métodos son audazmente poco ortodoxos y sus estados de ánimo constantemente cambiantes:desde el drama al humor, de la alegría a la tragedia, los giros pueden resultar desconcertantes. No es una película para todos los públicos, pero, a pesar de sus excentricidades, se deja ver, gracias a que sabe dibujar fuertemente los personajes y la poesía que conmueve el alma de su imaginería”. A pesar de su argumento, no hay que llevarse a engaño, según The Telegraph: “Esta no es de ninguna manera la película implacablemente sombría que su tema podría llevar a esperar: está lleno de vida, ironía, poesía y amarga injusticia. Exige respeto, pero también se lo gana”. Para Time Out London los “métodos de Sissako son de confrontación, pero nunca hasta el punto de que te sientas que estás viendo chivos expiatorios en lugar de personas atrapadas en una situación horrible. En esta terrible contexto, la locura y la muerte son bendiciones. Es vivir la maldición.” Por último, Variety hace suyo un sentir generalizado en la crítica:“En las manos de un maestro, la indignación y la tragedia se pueden representar con claridad pero con sutileza, dejando la histeria a un lado para concentrarse en los tonos más profundos, ricamente más sombreados. Abderrahmane Sissako es ese maestro”.

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