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[Reseña] Joanna Newsom – Divers

divers1El primer disco de la californiana Joanna Newsom en cinco años, el cuarto en su carrera tiene como lema principal el tiempo, descrito según ella misma como “nuestro escultor omnisciente”. Con la participación de colegas como Nico Muhly, David Longstreth de Dirty Projectors, los miembros de la Orquesta Filarmónica de la Ciudad de Praga y la coproducción de Steve Albini, Newson ha creado su álbum más conceptual e intrincado y, al mismo tiempo- lo que normalmente sería una contradicción- su disco más accesible hasta la fecha.

El evocador sonido de los pájaros abre y cierra el álbum, desde la impresionante Anecdotes, una melodía de duelo iniciada por el piano y arpa y labrada de forma laberíntica en su avance con arreglos de cuerda. Le siguen el jugetón single a ritmo de ragtime Sapokanikan –Greenwich Village para los primeros nativos- y Leaving the city, una de las piezas más fascinantes del álbum y, al mismo tiempo, más alejada del repertorio habitual de la cantante.

En Goose Eggs nos recuerda más claramente los fantásticos giros vocales de Joni Mitchell, mientras que en Waltz of the 101st Lightborne, en el que introduce el banjo como elemento novedoso, regresa a la ambientación de campos de batalla imaginarios. Si con The things I say Newsom demuestra que tiene un don formidable para contar sus hermosas y crípticas historias en el espacio de dos minutos, con Divers, la canción que titula el álbum, logra que las cuerdas del arpa suenen más hirientes y con la letra como su mejor arma: “And never will I wed, I’ll hunt the pearl of death to the bottom of my life, and ever hold my breath,till I may be the diver’s wife”.

Tras Same Old Man, una canción tradicional reinventada e intepretada en otros tiempos por Karen Dalton, llegan dos tour de force vocales:  You will not take my heart alive y A Pin-Light Bent, en esta última con su voz desnuda apenas acompañada por los temblores del arpa. Al final, con arrullo de paloma incluído, Time, As a Symptom, se convierte en el perfecto cierre épico, acompañado de la Orquesta Filarmónica de la Ciudad de Praga, y donde concluye su optimista ensayo sobre la vida: “The moment of your greatest joy sustains: not axe nor hammer, tumor, tremor, can take it away, and it remains. It remains”.

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