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[Crónica] Paquito D’Rivera Septet (Teatro Cervantes, Málaga, 02/07/2019)

El saxofonista y clarinetista cubano, leyenda viva de la música latina, ofreció un repertorio basado en obras de Mozart, Falla o Chopin

Paquito D’Rivera, durante su actuación. Foto: Daniel Pérez / Teatro Cervantes

La querencia de Paquito D’Rivera por la música clásica, de la que mamó en su infancia gracias a su disciplinado padre, cristalizó con vehemencia en el disco Jazz meets the classics, editado en 2014. En aquel álbum, el cubano se hizo acompañar de un extraordinario sexteto para reinterpretar, con el campamento base anclado en sonoridades latinas, piezas de Beethoven, Chopin o Ernesto Lecuona. Transcurrido un lustro, el proyecto continúa adelante con distintos miembros en la formación pero manteniendo, más allá del puro divertimento, el mismo objetivo: hacer que en alguna ínsula imaginada entre Luisiana y La Habana, Mozart salude con ahínco a Benny Goodman y Duke Ellington mientras observan cómo se acerca raudo el Maestro Rodrigo —ya olvidado su enfado tras enterarse de que Miles Davis grabó su Concierto de Aranjuez sin pedirle permiso— para unirse a la charla y lo que se tercie.

Paquito logró ayer el agrupamiento de todos ellos y alguna figura más en el Teatro Cervantes, cómo diantres iba a fallar, gracias a la ayuda de sus actuales colegas de gira: Pepe Rivero (piano), Renier Elizarde ‘El Negrón’ (contrabajo), Michael Olivera (batería), Yuvisney Aguilar (percusiones), Manuel Machado (trompeta) y David Tavares (guitarra) conforman un férreo y generoso conjunto que echó a andar anoche con acento más o menos académico para terminar esparciéndose a través de jubilosos desarrollos e improvisaciones hacia el final de la velada. Que se lo pregunten a Machado: juraríamos que hubiera seguido tocando hasta quedarse sin resuello, momento en el que habría dejado su trompeta bien aparcada para despedirnos con algunas palabras de agradecimiento y una sonora palmada en la espalda.

Entre el repertorio, que contó también con piezas de Falla, Enrique Granados o Agustín Lara, se coló el humor socarrón de un D’Rivera, fabuloso al saxo alto y clarinete, que sorprendió al respetable con algunas revelaciones de altura. Ahí va una al azar, agárrense: Mozart no nació en Salzburgo, sino en Nueva Orleans. Quién sabe, y esto ya es un desbarre de cosecha propia, si no fue entonces el hasta ahora austriaco el responsable de encender la mecha que dio pie a las jaranas en Congo Square. Menuda has liado, Paquito.

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