conciertos

FIB Heineken 2004 (Benicàssim, 5, 6, 7 y 8 de agosto de 2004) Parte III

Sábado, 7 de agosto

Estamos en el ecuador del festival, el sábado 7, el día más esperado y cuyas coincidencias dieron a más de uno quebraderos de cabeza (qué pena tener que perdernos a Clem Snide o a Soulwax). Era la fecha en que uno de los sueños más perseguidos de la organización iba a hacerse realidad, Morrissey. Luego ocurrió lo que ocurrió y con la cancelación, el escándalo, y a éste, le siguieron las reclamaciones y los comunicados oficiales (aquí tenéis el último). Qué manera de enturbiar el décimo aniversario.

The Strivers

Los representantes alemanes del Projekt Demo 2004 abrían el Fiberfib.com el sábado, posiblemente la jornada más calurosa de las vividas en esta edición, a una hora que no ayudaba a su rock revivalista más propio de Nueva York que de Centroeuropa.

El cuarteto comandado por Michael Fricker aún no tienen muy definida -o no quieren definir- la línea a seguir por su música. A ratos suenan a los Strokes más guitarreros (Under your heels) o recurren a un sonido más oscuro propio de grupos como Interpol o Yeah Yeah Yeahs (Star), o incluso a los ritmos de rock de la América profunda que transitan Kings of Leon o The Black Keys (Hungry on your side). Después de completar su todavía escaso repertorio con Sunday Monday y Jeansfile, y refrendando que aún es pronto para saber de lo que serán capaces, cambiaron totalmente de tercio para versionar con Attack of the ghost riders a The Raveonettes sin ningún complejo. Habrá que seguirles la pista a ver qué dan de sí en su primer largo.

Polar

El miércoles 4 ya estuvieron en el Teatro de Benicàssim para abrir el Festival de Cortos del FIB musicando algunos fragmentos de películas míticas de la historia del cine, como Apocalypse Now. Pero fue el sábado por la tarde cuando los valencianos ofrecieron al público sus temas.

Con un set bastante tranquilo y excesivamente relajados, hay que lamentar que, en ocasiones, se escuchara más a los pocos pero ruidosos fans de Serafin -que actuaban a continuación- que a Polar. No obstante, dejaron su huella con su innegable estilo a medio camino del dreampop y del rock instrumental. Sonaron contundentes las viejas Un chien andalou y The sea and the waves. Aunque fueron los temas de Comes with a smile los que realmente completaron una actuación en la que Home, Tomorrow y, especialmente, Amy says, encandilaron al poco público que les prestaba atención.

Serafin

Este año salieron a la palestra estos cuatro chicos con un pop-rock cuasi punk en No push collide. Ha sido uno de los grupos que más se han movido dentro del cartel, del escenario verde al Hello Moto y de éste al Fiberfib.com, cambios de hora incluídos, etc.. Sin embargo, eran un fijo en la mente de muchos fibers que consideraban que éste era uno de los pocos grupos ajenos al pop electrónico del cartel y que merecían una oportunidad.

En directo y tras ver el concierto del FIB, y el que apenas un mes antes daban en el Ebrovisión, han querido convertirlo en el punkpop de Weezer. Con mucha actitud y ganas de mimar a sus fans, interactuaron con el público y se vendieron bien con un bajista muy entregado a la causa. Pero en el aspecto musical fue un espectáculo bastante pobre. Al pasar de vueltas el sonido de las guitarras se pierde completamente la voz de su cantante, y perdida esta resulta que los temas de su álbum suenan todos iguales, las mismas baterías, las mismas bases del bajo, los mismos juegos de guitarra: no había forma de diferenciar si estábamos ante Day by day o No happy. En definitiva, decepcionante.

Teenage Fanclub

La banda de Glasgow regresaba al FIB sin disco nuevo en el mercado, de modo que, salvo sorpresa -que no la hubo-, el concierto estaría dedicado a recordar grandes éxitos para delicia de todos los amantes del indie pop.

Puntuales, como la mayor parte de los conciertos en esta edición, aparecieron TFC en escena, y en quince temas resumieron sus, precisamente, quince años de historia. Con gran oficio supieron manejar la actuación y deleitarse en los coros del público en alguno de los mayores hits, como en My uptight life. Si bien, todo sea dicho, quedó excesivamente cargante en aquel caso la repetición de hasta 6 veces del final de la canción. Posiblemente el tema más emocionante lo encontráramos en Mellow doubt, gracias a la personalidad que despide sin perder un ápice de ternura, merced a la sección silbada por Norman Blake (por toda la carpa en realidad) o la entusiasta Sparky’s dream antes de concluir su set con The concept.

Migala

Nueve, ni más ni menos, son los integrantes de Migala con la incorporación definitiva de Nacho Vegas al proyecto madrileño, que dirige desde la guitarra y la voz Abel Hernández. Su paso por el FIB tenía como motivo la presentación en vivo de La increíble aventura. Saltó a escena la banda, dejando el último al ya citado Nacho Vegas para que recibiera su merecida ración de aplausos habitual -y es que este hombre se encuentra en estado de hiperactividad creativa, firmando además discos en solitario y colaboraciones con Is y Chucho-.

Mientras interpretaban sus temas se podían ver en las pantallas de la carpa los vídeos que Nacho R. Piedra ha ideado para ilustrar cada uno de los paisajes que imaginan en la grabación de los temas. A destacar sobre todo, tanto a nivel visual como musical, la delirante El imperio del mal con una casa embrujada en la que hasta las cafeteras cobran vida. Así como la voz templada de Abel en Your star, strangled, mientras vemos aparecer y desaparecer la luna entre las nubes. Dentro del nuevo disco también hay que recordar la bella factura de Dear fear: y Tucson, game over, en las que aparecía el frontman (si es que lo hay en Migala) conduciendo por el desierto. Y para los melancólicos, la terrible El retraso. Finalmente, y demostrado el descaro de la banda, la regidora de la carpa les amenazó airadamente con cortar el sonido si no acababan ya, de modo que nos quedamos sin oír El tigre que hay en ti.

Yann Tiersen

Había muchas dudas alrededor de lo que podría ofrecer un artista como Yann Tiersen en un festival en el que el rock y la electrónica son los que marcan las pautas. La mayoría de los que no le conocen sólo lo asocian con la banda sonora de Amélie, cuyo perfil de ensoñadoras instrumentaciones difícilmente podría encajar en el esquema ya citado. Aunque también es cierto que esa mayoría ignora el amplísimo espectro musical que abarca el multiinstrumentista francés. Por no hablar de la pasión con la que despliega su repertorio, que fue capaz de silenciar a todo el público que abarrotó el Fibclub -más aún una vez que Morrisey canceló su actuación-, emocionándolos y haciéndolos vibrar en lo que pudo ser el mejor concierto de esta décima edición del FIB.

Tiersen se presentó con la formación mínima, acompañado de Marc Sens a la guitarra y Christian Quermalet a la batería, aunque como consumado multiinstrumentista éste se dedicó a su vez a múltiples facetas. Lamentablemente también fueron víctima de problemas técnicos, lo que retrasó el concierto y, en última instancia, impidió a Yann ofrecer un segundo bis en el que tenía previsto tocar el piano de juguete. Pero desde el inicio, con la introducción en la que solaparon el tema central de la banda sonora de Good bye Lenin! con La terrase, se vio que nos tenían reservados algo grande. Y es que pocos adjetivos pueden definir el solo de violín de Sur le fil, o el momento en que en Rue des cascades Tiersen tocó a la vez el piano y el acordeón. Si acaso, las atronadoras ovaciones que cerraban cada uno de sus temas. Hubo más problemas técnicos después del soberbio solo de viola en Qu’en reste-t-il?, pero fueron rápidamente olvidados con Les jours tristes. Todavía quedó lugar para la intensidad de Les bras de mer o la delicadeza de L’echec, pero fue el rock desbocado de La crise el que cerró esta primera parte. El bis nos dejó como regalo una muestra comprimida de todas las vertientes de Yann Tiersen: un sentido solo, primero de acordeón y luego de piano, en Le moulin, un melancólico valse en L’homme aux bras ballants, otra vuelta de tuerca a la chanson française en Bagatelle, y por último un espectacular cierre con una improvisación en una onda post-rock. Sin duda uno de los mayores genios de nuestro tiempo.

Lou Reed

En una edición que apostaba de forma tan clara por la presencia de grupos y artistas míticos del pop-rock alternativo, no podía faltar alguien que, ya sea con la Velvet o en solitario, ha sido eje fundamental del desarrollo del mismo. Además, y a diferencia de otros de los invitados a esta décima edición, el norteamericano goza todavía en la actualidad de un status y un nivel artístico constante que le mantiene aún hoy, a casi cuarenta años de sus inicios, en lo más alto del panorama musical. The raven o la edición del álbum en directo Animal serenade, dan buena muestra de ello. El neoyorkino suele mostrar en sus directos cierta distancia, desprecio o falta de implicación, lo que siempre le ha granjeado duras críticas. Pero esta vez fue diferente. Y si a un repertorio extraordinario, plagado de grandes temas y clásicos, le sumamos un directo más que correcto, una gran banda y un trabajo técnico sensacional, lo que nos queda es una experiencia musical inolvidable.

El concierto empezó con Turn to me, demostración de un estilo propio que marcó época. Luego llegó un Venus in furs, que dejó constancia de la disposición del artista a agradar incluso a los más escépticos. Blue mask o la soberbia Sweet Jane devinieron en el gran momento de la noche (en espera del cierre que se avecinaba) y Jesus, Satellites of love o Romeo & Juliet encauzaron una recta final de lo más emotiva. Y aunque parecía dificil, lo mejor estaba por llegar. Probablemente sean dos temas del Transformer los que dan muestra del talento y magistralidad de Lou Reed. Dos temas imborrables que cualquiera de los allí presentes deseaba oir. Perfect day y Walk on the wild side (con todo el público tarareando) cerraron un concierto memorable.

Electrelane

Electrelane no son otro grupo más en la oleada post-punk que vivimos, es el puto post-punk bien entendido. Después de un primer disco (Rock it to the Moon, 2001) que no pasaba de ser uno más del montón en el panorama post-rock, nos encontramos este año con un Power out que cambia radicalmente de estilo y que lo distingue de otros muchos por unos juegos vocales cuanto menos interesantes.

Las cuatro chicas de Brighton se presentaron sin complejos, pese a actuar después del genio de Tiersen y a la vez que Belle & Sebastián despachaban su pop tranquilo. Emocionadas por ser la última vez que las acompañaba su bajista de siempre, Rachel Dalley, la banda se concentró en dar lo mejor de sí y vaya si lo hicieron. Todo con mucha soltura, despachando los hits de su segundo trabajo con algún breve receso para coger fuerzas con los impresionantes desarrollos, depurados para la ocasión, de su primer disco. Aunque Verity Susman se esforzó, la vocalista, teclista, guitarrista, saxofonista, también encargada de la mesa de mezclas (pluriempleo delicioso visto el resultado), quien da ese toque especial a temas como On parade y Oh sombra y su castellano ininteligible, no fue el centro de atención de la noche. Ese lugar lo ocupó Mia Clarke, la guitarrista, dotada de una soberbia maestría, como demostró en Birds o en Long dark, y de una belleza que a más de uno le obligó a dejar de saltar para no perderse un sólo detalle de sus movimientos. Un grato descubrimiento sin lugar a dudas.

Belle & Sebastian

Cambio de público en un Escenario Verde que, tras la ocupación de los fans de Reed, deja paso a los amantes del pop melódico que con gran talento exhibe siempre este grupo escocés. El delicioso folk británico y soft pop de sus primeros trabajos parece haber derivado con los años en un estilo mucho más descarado y divertido, tal y como refleja Dear catastrophe waitress.

Lejos de dedicar el repertorio a revisar su discografía, Stuart Murdoch y el resto de la banda presentaron en plenitud su nuevo trabajo. Step into my office, baby, el mejor tema, fue de los primeros en sonar. Stuart demostraba inusitada hiperactividad sobre el escenario y la inclusión de sus canciones más reconocidas, caso de Stars of track and field o Judy and the dream of horses ayudaron a crear un ambiente festivo en la madrugada castellonense, y el homenaje a los decepcionados fans de Morrisey con la versión de The boy with the thorn in his side, se acogió como un simpático guiño. Sus fans debieron quedar más que satisfechos, mientras que sus detractores se mantendrán en sus trece, pues el concierto no hizo más que trasladar a un escenario la esencia puramente pop de este correctísimo grupo.

Los Planetas

Si alguna conclusión se puede sacar de este nueva presencia de Los Planetas en el Festival de Benicàssim es que están ya a vuelta de todo. Son la mayor influencia del panorama independiente español y son muy conscientes de ello. Así, se permiten hacer lo que quieren tanto en sus álbumes como en sus conciertos, porque saben que las expectativas están muy polarizadas a su alrededor. Este año venían presentando Contra la ley de la gravedad, y dieron buena muestra de él alternando a su vez varios de los temas más importantes de anteriores trabajos. Todo en un concierto en el que J no sólo se mostró mucho más locuaz que de costumbre, sino que sus letras se entendieron con claridad meridiana -algo sorprendente para según qué oyentes-.

De su nuevo álbum sin duda que convencieron Nunca me entero de nada y Devuélveme la pasta, pero claro está que lo que mejor respuesta obtuvo fueron los himnos de la banda. Abrieron con De viaje, para atacar más tarde con la impagable Corrientes circulares en el tiempo. También regalaron buenas interpretaciones de Santos que yo te pinté, Segundo premio y Pesadilla en el parque de atracciones. Había previsto un bis, pero parece que por exigencias de Primal Scream, que no estaban dispuestos a volver a jugar con su tiempo, tuvieron que cortar precipitadamente su actuación. La discutible rumba Podría volver, para la que se hicieron acompañar de un grupo de amigos -entre ellos miembros de otros grupos- que fueron presentados como los “los palmeros de la otra dimensión”, fue, a pesar de los pesares, el original cierre de la misma.

Primal Scream

Siguen sin tener disco nuevo pero parece que empiezan a ver el final del túnel. Al margen de que puedan tener álbum el año que viene, o al menos un single, su grandeza se puede medir en la cantidad de conciertos que contratan pese a que su último trabajo de estudio tuviera lugar hace ya dos largos años. El pasado los tuvimos en el Santirock y este mismo sin ir más lejos en el Primavera Sound, y ahora en el FIB. Respecto de esta última visita hay que lamentar que no regresasen con Kevin Shields, que dio un toque mágico al repertorio ya de por sí envidiable de los chicos de Glasgow -¿igual está trabajando en la supuesta reunión de My Bloody Valentine?-.

El concierto de Primal empezó con algo de retraso, pero bien se cobraron ese desfase horario e, incluso, que en el pasado les cortasen el sonido. Con Bobby Gillespie bastante pasado de rosca, y al que admiramos profundamente por cantar siempre como si estuviera fresco, y Mani también algo rarito (para el recuerdo los dos amagos de patear el culo a un técnico de sonido y el “piquito” que se dio con el ex-Jesus and Mary Chain y frontman de la banda), pasearon por los ya manoseados hits dándoles un aire alocado que hizo vibrar al público. Pero la noticia no fueron las cabriolas de Gillespie sino que, por fin, abrieron el concierto con un nuevo tema que todavía no se sabe si se llamará Punk song o Suicide sound (el día anterior se pudo escuchar en otro concierto Eden project). A partir de ese momento recurrieron a los memorables Miss Lucifer, Kill all hippies o Swastika eyes, que posteriormente dedicaron a quienes estuvieran en contra de Israel, para cerrar por primera vez el concierto con Movin’ on up. Regresarían instantes después para dejar entre otras Jailbird y Skull X, lo de siempre para que cada cita termine por ser recordada como siempre: saltos, baile y sudor, mucho sudor.

Textos: Jorge García
Textos Yann Tiersen y Los Planetas: Miguel González
Textos Lou Reed y Belle & Sebastian: Oriol Alcorta
Fotos: Miguel González

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