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[Reseña] HEALTH – DEATH MAGIC

HEALTHLa síntesis perfecta de la bella y la bestia.

Considerando que uno de los trucos de la crítica musical reside en tratar de adaptar tus sentimientos a la frecuencia emocional propuesta por la obra en observación, me parecería pertinente abordar la de DEATH MAGIC, de HEALTH, con altas dosis de visceralidad y con una actitud cero contemplativa, directa y calculadora. Porque con él los angelinos han dado un fuerte manotazo encima de la mesa haciendo gala de todos esos elementos, además de con una nueva visión muy particular e iracunda del pop electrónico. Vienen de lo más profundo de la escena noise, allá donde el sonido industrial se gana su nombre; donde se engendran los drones. Pero en su último trabajo parecen haber dado salida a toda esa presión atmosférica, casi irrespirable, presente en sus dos álbumes iniciales, abriendo una especie de claraboya en lo alto del complejo fabril de su sonido: un halo de luz que arroja melodía, cierta plasticidad estética, y que en general hace que el resultado sea más accesible y pegadizo que nunca. Además, sin ser en absoluto un calco, es posible que hayan sabido ocupar el hueco que Crystal Castles, dada su pseudo disolución, han dejado vacante.

La fórmula aparentemente es muy sencilla. Utilizando como material de base un arsenal de elementos electrónicos – eso sí, más pulidos, más eficientes y, en general, más comedidos –, delinean un perímetro de combate espacioso, oscuro pero no tenebroso, y escondido detrás del ruido. Un ring de pelea con barras de acero, coronadas por flores, establecido bajo un foco lunar que se cuela entre engranajes, tuberías y serruchos afilados. El escenario es casi como el de una fábrica post-soviética abandonada, como la localización de la secuencia final de Terminator 1. Y allí, en medio de todo ese enjambre de metales, metrallas, alambres de espino, trituradoras y punzones, hacen colisionar dos polos de la música para crear un interesantísimo jardín robótico. Pop y noise electrónico industrial; tésis y antítesis; y en la síntesis resulta que consiguen sonar a ambos, y además a rock espacial del bueno. Dirán ustedes: “no es una fórmula muy novedosa”, y tendrán razón. Es casi la norma musical actual tratar de mezclar estas dos esferas: la accesibilidad y el componente emocional del pop por un lado, y la contundencia rítmica y el ‘atractivo del malo’ propio del mundo electrónico de pista por otro. Pero HEALTH van más allá.

Para entender la diferencia, en mi opinión, hay que revisar lo que han hecho entre su penúltimo y su último álbum. Puede parecer trivial, pero la confección de una banda sonora íntegra para un videojuego no es baladí. Y Max Payne 3 es toda una BSO: una composición maestra, lineal, fundamentalmente ambiental, y con muchísima entidad e identidad propias. Prueben a escuchar VICTIM, el tema que abre DEATH MAGIC, tras una buena incursión en la BSO: notarán que es como un punto y aparte de ésta, como el despertar de toda una maquinaria industrial, con un poder absolutamente renovado de empatía emocional. Como si la experiencia ambiental de la BSO hubiera multiplicado en la banda su capacidad para moldear el sonido. Han pasado, literalmente, de ser una banda en dos dimensiones, a tener por lo menos tres o cuatro. DEATH MAGIC, en general, tiene volumen, profundidad de campo, y un punto de fuga que se sumerge en territorios oscuros pero bien delineados hacia la luz.

STONEFIST marca el inicio del disco a ritmo marcial, con planchazos metálicos cortantes, pero con una línea melódica absolutamente cristalina. Es la puerta grande de DEATH MAGIC. Luego la prueba es sobrevivir a los primeros 30/45 segundos de MEN TODAY, tras los cuales se esconde una pequeña y maravillosa melodía al estilo Crystal Castles; como también lo es FLESH WORLD (UK). Pero las verdaderas joyas de la corona son DARK ENOUGH, un medio tiempo de ascendencia espacial, que es como una versión casi minimalista de los antiguos HEALTH, y LIFE, una alegato casi new wave tras el cual, solo en las puntas, asoman sierras mecánicas y leves descargas de electrocución. La síntesis perfecta de la bella y la bestia. Si quieren la definición de enciclopedia de lo que es un electropop industrial en el que el pop se ha impuesto, aquí la tienen. Pero por suerte para los malvados, la metralla de SALVIA y la contundencia de NEW COKE vuelven a equilibrar la balanza. Aún así, el choque de caderas con Phoenix que es L.A. LOOKS, y la doble dosis de espacialidad del final, terminan de completar un cuadro tan ambicioso como rotundo.

PD: No dejen de escuchar el remix de HEALTH sobre el tema begin again de Purity Ring. El tema del año para un servidor.

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