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[Reseña] Florence + The Machine – Dance Fever

El amor por todo lo renacentista es algo connatural en Florence + The Machine. Basta reconocer en la imagen de su protagonista muchos de los frescos de Sandro Botticelli, de aquellos cuadros alegóricos de figuras paganas como La Primavera. Y es precisamente por esa devoción por todo lo renacentista– aunque también por lo medieval y en general cualquier mitología- fue como Welch quedó también cautivada por la coreomanía- de hecho una de las canciones tiene este título- un fenómeno que se extendió entre los siglos XIV y XVI en el que grandes grupos de personas bailaban salvajemente hasta el punto del agotamiento, el colapso e incluso la muerte (“De esta manera vuelven en sí de nuevo y recuerdan poco o nada hasta el próximo mes de mayo, cuando se ven obligados de nuevo” escribía un autor de la época) y que aquí se denominó de forma más popular- y también menos romántica- como baile de San Vito.

Realmente se ha identificado a Florence con Kate Bush de una forma exagerada. Es cierto que hay ciertas influencias, pero Florence Welch y su grupo siempre ha hecho una apuesta clara por el mainstream y la pista de baile- reservada de forma casi exclusiva para melancólicos, si prefieres- de tal forma que incluso en sus querencias más experimentales nunca ha llegado al extremo de desconcertar a su seguidores. La prueba más diáfana es el gran fichaje de Jack Michael Antonoff, coproductor habitual de otros nombres conocidos como Taylor Swift y Lana del Rey y con el que ha compuesto varias de las nuevas canciones. Así, si la mayor parte de los singles publicados hasta la fecha eran pistas que, además de reflejar la continuidad, simbolizaban en gran medida la esencia del título, Dance Fever no es, sin embargo, un álbum dance en sentido estricto. De hecho el grupo se crece cuanto más se aleja de este estilo: Morning Elvis– compuesta junto al ahora laureado Dave Bayley de los Glass Animals– emerge como el himno final taciturno y Girls Against Gods insinúa un claro influjo de Heroes de Bowie, aunque Welch gusta más citar a Iggy Pop– en el álbum hay un bonus track con versión de Search or destroy – como referencia. El ritmo synth-rock de alguna de las canciones recuerda a The National en su versión más épica y eufórica– escucha, por ejemplo, Free o Choreomanía– y el grupo sorprende, nuevamente, más en su acercamiento al folk- heredada de Emmylou Harris y Lucinda Williams– como en The Bomb. Con tres discos a sus espaldas de forma consecutiva en el número uno en su país- el cuarto y último, High as Hope, sólo llegó al 2º puesto- el siguiente paso de un grupo con una carrera bastante consolidada parece demandar algo más de riesgo, al menos mucho más del que presume. Esperaremos a la invitación del próximo baile.

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