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[Crónica] Christina Rosenvinge (Sala Joy Eslava, Madrid, 03/03/2018)

He leído en alguna entrevista que, para su nuevo disco, Christina Rosenvinge tenía en mente, además de siempre presente la figura su padre, componer unas canciones que fueran eficaces para el directo. Es cierto que, muchas veces, cuando se crea y se graba, ya sea por los arreglos barrocos o por la longitud de las canciones, su traslación al escenario resulta decepcionante. El pasado sábado pudimos comprobar que Christina logró su con creces su cometido, dado que es poco habitual que el público -salvo los fans acérrimos- cante tus canciones apenas una o dos semanas de sacar tu disco. Acompañada de Manuel Cabezalí (guitarra), Juan Diego Gosálvez (batería) y Antonio Díaz (teclado) confeccionó, así, un repertorio que permitía combinar las nuevas y viejas creaciones sin que se sintieran momentos de tedio. La apertura del trío Niña Animal, seguida de El pretendiente Berta multiplicada – todas ellas de su noveno álbum Un hombre rubio (El Seguell de Primavera, 2018)- dieron paso a un parón para mirar atrás, con Jorge y yo (de La Joven Dolores, 2011), dedicada a su hermano  ahí presente (“la familia es una de las primeras catástrofes a las que tienes que enfrentarte”) y los nuevos singles que la gente coreaba: Ana y los Pájaros y, sobre todo, la conmovedora Romance de la Plata – dedicada a su padre- que, en directo, es uno de los momentos de mayor conexión con el público de todo el concierto.

Christina cambió varias veces guitarra por teclado- como en Pesa la palabra, la canción inspirada en una frase de El Cordobés hijo- y el peso de gran parte de las canciones recayó en gran parte en ese gran guitarrista que es Manuel Cabezalí (Havalina), sobre todo en la canción más rock del álbum, su apertura, La flor entre la vía. De nuevo llegó una mirada atrás con la coreada La distancia adecuada, de su álbum del mismo título que cumple en 2018 décimo aniversario. Christina recordó la cita del 8 de marzo para seguir con La Tejedora, presentar posteriormente a sus tres acompañantes y finalizar la actuación con Afónico.

Llegaron los bises y con ellos los invitados. Christina llamó al escenario a Charlie Bautista para tocar con él y Cabezalí la última canción del álbum, La Piedra angular, que reconocía no había preparado inicialmente para el setlist original. Además recordó que ellos eran los músicos con los que había retomado sus giras en su regreso en 2005. El final sorpresa llegó con la visita de Ana Molina (Hola a todo el mundo) y Miren Iza (Tulsa) para despedirse con su clásico con Los Subterráneos, Voy en un coche.

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