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[Crónica] Black Rebel Motorcycle Club (La Riviera, Madrid, 15-07-2014)

Black Rebel Motorcycle Club (57)RpEl corazón oculto tras el cuero.

Hacía más de tres años que no pisaba la sala La Riviera de Madrid, y casi 20 desde la primera vez que fui, allá por 1997, para ver un concierto de Andrés Calamaro con mi padre. Un cambio de siglo y de milenio, y la mítica sala a la orilla del Manzanares sigue exactamente igual: con el mismo aspecto exterior de nave espacial de feria de pueblo de provincias, la palmera en medio, su sonido algo deficitario, y esa extraña sensación ambiental más propia de los primeros años post-transición que de los días que vivimos. Una cápsula en el tiempo; y más si la propuesta musical que nos toca ver es la de Black Rebel Motorcycle Club: un trío de voluminoso garaje rock, fraguado a la antigua usanza, que define a la perfección y sin variaciones modernistas o heterodoxas un estilo ya clásico y algo en desuso. Porque es julio, que si no dos de cada tres espectadores habría llevado una chupa de cuero. El bajista, en aras de una plena autenticidad, sí la llevó.

Black Rebel Motorcycle Club (53)RpAunque estéticamente parezca ya un tanto anacrónico, todavía se puede vivir bajo los dictámenes de actitud del viejo rock de cuero. Todos lo hemos necesitado alguna vez: vestirnos de negro, vaqueros bien puestos y gafas de sol, poner cara de corcel indomable y solitario, y, a ser posible, adoptar unos andares dignos del más chulo de los tipos duros. Como oyente, BRMC puede representar un chute necesario de autoestima, una bandera de ‘al cuerno todo’ a la que aferrarse cuando todo lo demás parece volverse en tu contra. De hecho, en otras épocas donde la música sí representaba una forma de expresión propia de los movimientos juveniles contestatarios, esta era la estética imperante. Pero eso era cuando rock significaba aun modernidad, y antes de que la música se aliara definitivamente con el capital y el ocio nocturno, rindiéndose a los placeres de la sociedad de consumo.

Black Rebel Motorcycle Club (78)RpEchando la vista atrás sobre nuestras propias vidas podríamos definir a BRMC como la banda sonora de cuando éramos solteros. De cuando las noches no eran plenas sin una pelea en la barra de un bar; de cuando ser macarra y algo camorrista molaba, y de cuando sabías moverte mejor por el suelo pegajoso de la Vía Láctea que por el pasillo de tu propia casa. No defraudaron en ese sentido los de San Francisco, que plantearon desde un principio el concierto en clave desafiante, esgrimiendo las guitarras como si fueran arma blanca rajando tela sobre un ritmo siempre tajante. Ain’t No Easy Way, Let The Day Begin, Rival y Hate The Taste, en la primera media hora, dieron buena fe de ello. Pero la cruda realidad es que aquella fase ya pasó. Muchos de los que entonces vomitaban contigo de madrugada a la puerta del garito han sentado ya la cabeza, tienen pareja y puede que hasta un niño. Y a ti un concierto de BRMC te pesa cada vez más, como las piernas, la cerveza te engorda más que antes, y ya no cabes en aquellos vaqueros tan chulos.

Black Rebel Motorcycle Club (138)RpAdemás, oyendo canciones lentas o semi-lentas como Returning, Weight Of The World o Lose Yourself, da la sensación de que este no es el futuro que los BRMC querían para ti. Se transluce entonces la típica vuelta de tuerca romántica del arquetípico anti-romántico: el corazón oculto tras el cuero. Esperaban que hubieras encontrado la paz al lado de una buena chica, lejos de conflictos y barriobajeros, que hubieras entendido de una vez que el rock sureño se envuelve en una bandera confederada, y que eso en realidad no es lo tuyo, y que hubieras pasado página en algún momento o de alguna manera. Ellos, por su parte, de deben por completo a su público, por lo que seguirán cerrando conciertos con Six Barrel Shotgun, Spread Your Love y con Whatever Happened To My Rock ‘N’ Roll (ya en los bises), sin tener en absoluto en cuenta el momento vital en el que estamos o en el que deberíamos estar.

Black Rebel Motorcycle Club (178)RpConscientes o no de la realidad que subyace bajo esta reflexión, que el núcleo duro de su público está entre los 30 y los 40, y que los jóvenes ya no se sienten tan atraídos como antes por la estética del rock de cuero, los BRMC dieron caña igualmente, y lo cierto es que acabaron ofreciéndonos un pequeño viaje al pasado. El punto de inflexión del concierto, que duró dos buenas e intensas horas, llegó hacia la mitad del mismo cuando el bajista, Robert Levon Been, solicitó/dio permiso para que los asistentes de las primeras filas saltaran la valla y accedieran al foso de seguridad para estar más cerca de ellos. Una pequeña temeridad que tuvo como recompensa las potentes Conscience Killer y Teenage Disease, en el que sería a la postre uno de los momentos cumbre de la noche. Hacía tiempo también que no veía un cigarro enganchado entre las cuerdas en la parte superior del mástil de una guitarra. ¡Qué tiempos aquellos!

Concierto organizado por Live Nation.

Fotos de Pablo Luna Chao.

Escucha el setlist del concierto en Spotify, o míralo aquí.

Un comentario

  1. Impresionante concierto, y se te olvida comentar el segundo concierto que dio Robert al aire libre y rodeado de los que nos quedamos a esperarle (es habitual en los conciertos de BRMC), unas 5 canciones más armado solo con su guitarra acústica y subido a un banco. Sublime.

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