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Interpol – Our love to admire

Hace no mucho, allá por 2002, un grupo surgió de Nueva York con uno de los mejores debuts de ese año. El sonido de su disco Turn on the bright lights (Matador, 2002) y su estética encima del escenario nos hacían recordar a la banda de Ian Curtis, Joy Division. En ese momento esa referencia que aparecía en cada crítica dotaba a la nueva banda de cierto prestigio antes de escuchar un solo tema. Pero claro, era después, cuando uno se ponía a degustar sus canciones, cuando entendía lo que muchos escribían. Y es que esa similitud estaba por todas partes. La voz de Kessler era muy semejante en registros a la de Curtis, y los trajes que visten en sus directos evocaban a esa época mágica que se vivió en Manchester. Su segundo álbum, Antics (Matador, 2004), fue también adorado por la crítica e incluido en las habituales listas de lo mejor del año (véase el tercer puesto que logró en AltaFidelidad.org). El caso es que Interpol se ha ganado una reputación gracias a la calidad de lo que ha sacado al mercado, y es por eso que ante la salida de Our love to admire (Capitol, 2007) todo seguidor del grupo estaba ansioso por escucharlo.

Abriendo el disco nos encontramos con Pioneer to the falls, una excelente manera de empezar. No en vano recordemos que se han caracterizado por tener una muy buena apertura en los trabajos publicados hasta la fecha. Estas nuevas grabaciones son quizás menos abiertas que las de Antics (Matador, 2004), y tan oscuras como las de su álbum debut. Singles rompedores hay más bien pocos, y así The Heinrich Maneuver es quizás la canción más pegadiza y la principal candidata a sonar bastante en radios y clubs. Personalmente no la encuentro de las mejores, aunque tenga unas guitarras guerreras. Son estas guitarras las que logran que el disco tenga mucho ritmo, un tanto veloz, tal y como nos tenían acostumbrados. Mammoth es un claro ejemplo de ello, y es que hasta Pace is the trick no bajan un poco el nivel. Por su parte, los riffs de guitarra en All fired up y su pegadiza y repetitiva letra enganchan desde la primera escucha.

Aquí nos encontramos con un punto álgido, lo mejor del álbum, una de sus más grandes composiciones, y ésta no es otra que Rest my chemistry, con una letra muy intensa, muy cercana a lo que ha significado el rock en la cultura del siglo veinte. Y para cerrar con mucha clase, de una manera casi celestial (por así decirlo), Lighthouse, preciosa en todos los sentidos. Una primera parte con apenas unas guitarras rasgando acordes, y cuando parece que va a terminarse el tema, un final de unos cuantos compases con la banda resurgiendo al completo. En definitiva, lo que sí podemos decir rotundamente y sin ningún miedo a meter la pata es que Interpol han firmado a lo largo de su carrera tres discos sensacionales. Con Our love to admire han asentado sus raíces con un estilo ya bien reconocible, y han marcado una ruta a seguir. Esperemos que nos sigan iluminando con su música y nos sigan sorprendiendo disco tras disco. Aquí estaremos para disfrutarlo.

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