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Coconot – Cosa Astral

Desde ese Novo Tropicalismo Errado (Bcore, 2005) hasta la edición de Cosa Astral (B-Core, 2008) han pasado tres años, los suficientes para que los componentes de Coconot hayan fructificado proyectos diferentes, nada paralelos entre sí, pero triunfantes cada uno de ellos. Desde el encumbramiento a nivel tanto nacional como internacional de El Guincho, el gran paso que supuso L’univers (Acuarela, 2006) para Jens Neumaier y sus 12twelve y la experimentación personal de Cristian Subirá con Summer Recreation Camp, collage electrónico totalmente singular, el sonido de Coconot se ha abierto hacia nuevas vías, una manera diferente de expresión que ha enriquecido notablemente su propuesta.

Y es que resulta llamativo tanto la fórmula de grabación que fructificó el álbum del 2005 (tres días en el estudio, no había ni dinero ni ganas de estirarlo más) como el cambio estilístico entre los dos álbumes. Sí, hay tropicalismo brasileño (oran al rey Caetano), pero el hardcore y su innata urgencia pasada se han transformado en una psicodelia experimentada, desarrollando los temas con una mayor creatividad, apostando por instrumentos y métodos menos “informatizados” que los utilizados por Pablo Díaz-Reixa en el Guincho. Sin lugar a dudas, el tiempo de desarrollo del disco ha sido mayor (no hacía falta mucho), motivado en parte por las continuas giras de Pablo tras el éxito de su Alegranza (Disco Océano, 2007) por todo (o casi) el globo, lo que ha permitido meditar y matizar más si cabe el segundo largo de la banda.

El principio del álbum, Conservad el rayo, deja entrever de primeras lo que aporta Cosa Astral: más rock, krautrock y menos hardcore. El combo que se definió de alguna manera como grupo de krautrock latino nos muestra las voces de Pablo de una manera mucho más clara que en Alegranza, con ese vitalismo tan vivo en él, iluminando la propuesta sin desbocarse. Con Te tenía en cinta el ritmo y el tempo se relajan, mostrándonos esos famosos loops a lo Panda Bear o Animal Collective que consiguen aportar esa “cosa astral” al tema y a la mayoría del disco. Es aquí donde aparecen diversos cambios abruptos en el cancionero, patentes a lo largo del disco, incluso dentro de un mismo tema. Ello alimenta el factor sorpresa de un grupo que ya de por sí lo posee de manera natural.

Uno de los notables altos (o sobresalientes) corresponde a Tao, magnífica amalgama sonora que puede recordar al reciente trabajo de los neoyorquinos Gang Gang Dance, Saint Dymphna (Social Registry/Warp, 2008): intensidad percusiva mezclada con unas arpegiadas guitarras. Todo ello envuelto en ese toque cósmico construido a base de loops, coros y tintiantes melodías. El final del sonido tropical nos demuestra el gran estado de forma de la formación y de sus integrantes por separado; fantástica percusión: bongos, platillos y bombos junto con el acertado canto de Pablo. Mezcla perfecta para una de las canciones más movidas (junto con Si apuntas y no matas todo) y contagiosas del disco. Por otro lado el reposo psicodélico se concentra en la mágica Polen Muchacha! y Miles de ojos, donde se centran en esos detalles “astrales” que sobredimensionan el disco.

Luz y dimensión ante una propuesta que provoca dos cosas: alegría y sonrisas. Como el mismo Pablo define, “Coconot es un camaleón en una selva de bits (beats) de doscientos cincuenta y seis colores”.

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