El undécimo álbum de la cantante caboverdiana, ya felizmente recuperada del infarto cerebral que sufrió el pasado año durante su gira por Australia, nos trae de nuevo sus habituales mornas y coladeras. Cesária Évora se acompaña de músicos de su país de origen (el percusionista Tey Santos para la canción Zinha), junto a otros latinos (el acordeonista colombiano Henry Ortiz), en catorce canciones escritas principalmente por Teófilo Chantre y Manuel de Novas, además de un poema de Luis Pastor (Cabo verde de mis ojos).
Las novedades y los elementos más interesantes en este disco de la llamada diva aux pieds nus (“la diva descalza”) los encontramos en tres de las mornas -el blues o el fado de Cabo Verde-, en las que el productor José da Silva incorpora sonidos orientales a los arreglos de cuerda del egipcio Fathy Salamam, quien dirigió la Orquesta de El Cairo y participó en el premio Grammy Egypt de Yossou N´Dour hace cinco años. En las tres, Vento de sueste, Sentimento y Mam’bia e so mi, los espléndidos arreglos ayudan a convertir la interpretación de la artista en, una vez más, todo un ejercicio de virtuosismo.
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