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Clinic – Winchester Cathedral

Liverpool tal vez sea la gran olvidada de las ciudades inglesas en el terreno musical desde la época de los Beatles. Incapaz de huir de esa herencia, los Echo & The Bunnymen fueron la única alternativa real durante los años 80 para la escena de la urbe. Tal vez por eso destaque tanto la procedencia de un grupo tan peculiar como es Clinic, capaz de sacar un sonido inclasificable de allí donde el pop tuvo sus mayores representantes.

La carrera del grupo se remonta al año 1997, aunque su debut Internal wrangler se publicase en el 2000, y desde entonces nos han ofrecido dos discos más en los que pretenden ir puliendo el sonido propio de la banda. Su marca de fábrica fue desde un inicio un carácter agresivo y oscuro, muy personal en el empleo de la electrónica para crear productos llenos de fuerza. Singles contundentes y un sentimiento de locura eran la marca de sus primeros trabajos. Ahora, la locura se ha normalizado y la contundencia se ha diluido.

Pero no nos engañemos, el disco no es malo, y desde luego el grupo no ha perdido todas sus referencias. Simplemente se han acomodado. Falto de la potencia y la rotundidad de su anterior trabajo, Walking with thee, una banda de carácter único parece deslizarse frente a nuestra mirada hacia una condición mucho más habitual. De todos es sabido que normalmente todo grupo alcanza un momento en el que su sonido ya no suena novedoso, en el que las aportaciones originales se vuelven clichés; la pena de Clinic es que parecen haber alcanzado ese punto en su tercer disco y que, no contentos con eso, encima han elegido para lograrlo su colección de temas menos explosivos.

Esa sensación contradictoria se ve reforzada además ante los escasos, pero no por ello menos notables, momentos en los que parece que el grupo estaba en la senda adecuada. El inicio lleno de fuerza con la irrupción de Country mile resulta impactante, Home nos muestra su lado más sensible en una gran balada y Falstaff nos deja ojear lo que podía haber sido el álbum. Pero esos instantes se pierden entre canciones que resultan prescindibles en la aún corta carrera de la banda.

Así WDYYB abunda en el lado más inmediato del grupo sin aportar nada nuevo a éste, mientras The majestic #2 o Circle of Fifths muestran un continuismo absoluto con respecto al LP anterior, tristemente sin tener la calidad para sustituir a las canciones de éste en nuestro aprecio. A ratos parecen buscar su piedra filosofal en lejanas reminiscencias árabes, como en August, pero sin que éstas pasen de ser meras menciones y formen parte de la estructura del tema. Incluso se atreven a casi recrear uno de sus mejores temas del anterior disco, Come into our room, en Thank you (for living), una suerte de caso ejemplar del escaso avance que se ve en el grupo. A ratos parece que estamos ante otra formación tocando a la imagen de los Clinic de sus anteriores álbums, no ante los mismos autores. La falta de frescura se hace preocupante a pasos agigantados, y todo ello pese a que el cierre con Fingers sea el instrumental más interesante de los dos incluídos en la grabación, muy por encima de la mediocre Vertical takeoff from Egypt.

Un disco difícil de definir es lo que han logrado Clinic en su tercera entrega. Apenas un puñado de temas realmente reseñables en medio de un conjunto marcado por la repetición de fórmulas no consiguen, de todos modos, evitar que uno disfrute escuchando el álbum. Desgraciadamente nunca acaba de estar muy claro si éste se produce debido al propio trabajo de la banda o al recuerdo inconsciente de sus anteriores discos. Un paso atrás para Clinic, aunque no se debe perder la fe en que aprendan de él: algunos caminos por los que avanzar con pie firme sí que apuntan.

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